Desarraigo
“Nunca
olviden cuantas cosas hemos tenido que cambiar para que todo quede igual”
(Dennis
Cunliffe, del artículo El Gatopardo en
Technicolor, Diario Expreso, Lima
1970)
“En un
intento de balance global del significado de la reforma agraria puede afirmarse que esta trastocó básicamente las modalidades
de explotación económica y de dominación social, desplazando a gran parte de
las fracciones de clase que basaban su poder en la tierra aunque sin modificar
la estructura económica del agro en sus características fundamentales”.
(La
reforma agraria en el Perú, José Matos Mar
y José Manuel Mejía)
La reforma agraria se inició en el
Perú el 24 de junio de 1969, como parte de un proyecto político mayor que tenía
como objetivo solucionar las más urgentes problemáticas sociales y económicas
del país. En última instancia, se buscaba la modificación de la
configuración de la sociedad peruana para lograr una consolidación del
estado-nación. Esta búsqueda de integración y desarrollo fracasa rotundamente,
aún cuando se producen cambios sustanciales. En palabras de José Matos Mar y
José Manuel Mejía: “contra todo lo propuesto el agro sufrió una agudización de
las contradicciones”.
El proyecto Desarraigo, de
Sonia Cunliffe y Silvana Pestana tiene como contexto principal a la reforma de
1969. La propuesta presenta el registro de una performance llevada a cabo por
un grupo de niños en una casona abandonada de la ciudad de Lima, dirigida por
Cunliffe y Pestana. Estos niños recrearon una versión libre de la historia
“Cuando nos quedamos solos”, escrita por
Soledad Cunliffe. En esta narración los niños de una familia quedan en
completa soledad y abandono, luego de que las personas que se encargaban de su
cuidado ―las
nanas y una cocinera― abandonaran la hacienda en la que todos vivían, durante
los hechos de junio de 1969. Además, y para complicar la situación de los
infantes, su abuela parece haber caído en un profundo sueño, del que no podrá
despertar nunca más, y los padres se encuentran ausentes.
La metáfora del canario que no puede
vivir en libertad resume la situación de estos niños. Ellos poco a poco van
conquistando el territorio de los adultos. En un inicio, la sensación de
plena independencia los invade y se dedican al juego durante todo el día, con la
ropa de mamá, con los objetos prohibidos o en los lugares escondidos de la casa,
que siempre estuvieron fuera de su alcance. Pero es cuando deben enfrentarse al
hambre y el cansancio que los conflictos se hacen más intensos entre ellos y un
aura de tristeza los invade. El paralelo con la reforma agraria en este caso no
es gratuito. Las líneas alternativas de lectura son múltiples. Si la oligarquía
antigua, la “abuela” oligarquía muere, si su tiempo ha expirado, si las reglas
y normas no existen más, ―si no se encauzan estas movilizaciones, si los cambios
encierran rupturas drásticas y bruscas― queda toda una compleja sociedad como
niños sin sus padres. Ellos aparecen imposibilitados de aprehender el cambio,
sin una real alternativa de participación. Todo como consecuencia de renovar
las relaciones de producción, descuidando la reforma de las relaciones de
dominación y poder dentro de la sociedad.
El proyecto propone una visión
paralela a la de la historia oficial para un complejo fenómeno social, político
y económico, pero al mismo tiempo profundiza en la configuración del apego en
la primera infancia. La otra cara de esta
moneda corresponde a una reflexión sobre la importancia de una socialización
del infante en un contexto seguro, en el que su cuidador principal vela
por él. El apego es considerado como la base para el desarrollo social y
emocional e influenciará en el sujeto a lo largo de toda su vida. Una sociedad
desarraigada solo produce y reproduce la imposibilidad de un verdadero diálogo.
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